martes, 24 de febrero de 2015

LOS REGISTROS DIARIOS EN EL DIARIO DE COLON

Fernando Tola de Habich

1.– Desde la Salida de Palos hasta la víspera de la salida de la Gomera (3 de agosto a 6 de setiembre)
De las 7 entradas que posee el diario del primer viaje de Colón desde la salida de Palos hasta la víspera de la salida de la Gomera, en las Canarias, es decir, desde el 3 de agosto hasta el 5 de setiembre (34 días en total), el registro del primer día se inicia con la salida a las 8 de la mañana de la barra de Saltes y concluye con dos partes: una, que es la navegación hacia el Sur hasta la salida del sol, que representa 15 leguas; y otra, al Sudueste y al Sur cuarta del Sudueste, que era el camino para Canarias, en que no se registran leguas de navegación ni se da otra información.
Al día siguiente el diario solo registra la ruta hacia Canarias, sin indicar horario ni leguas recorridas.
Los tres días siguientes (5, 6 y 7 de agosto), el registro de navegación del diario consigna las leguas recorridas “entre día y noche”, con lo que establece un horario que, en apariencia, va desde que amanece hasta que amanece al día siguiente, o desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la mañana del día siguiente, las 24 horas diarias de la cuenta normal para un día.
El día 8 de agosto no hay indicación horaria ni de leguas recorridas.
El día 9, la última entrada del diario, se prolonga hasta la indicación de que el 6 de setiembre Colón se hizo a la vela desde la isla de la Gomera con sus 3 carabelas (27 días sin entrada específica). En el texto de esa entrada se incluyen actividades, situaciones, esperas, viajes entre las islas, historias fantásticas, trabajos marineros, compostura de un timón y transformación del velamen de una nave.
Puede pues concluirse que, en esta primera etapa del viaje de Colón, la navegación se contabilizaba por un horario que comprendía el día y la noche, es decir de la madrugada de un día a la madrugada del día siguiente, 24 horas de recorrido.
Dado el reducido porcentaje de los días registrados individualmente en el diario, el horario establecido no puede mostrarse como ejemplar del viaje, ni siquiera como tendencia para el registro de la navegación diaria, y solo puede registrarse como una dato indicativo de una tendencia.

2.– Desde la salida de la Gomera hasta avistar la isla de Guanahani (6 de setiembre a 11 de octubre)
Desde la salida de la isla de la Gomera en las Islas Canarias hasta la llegada frente a la isla de Guanahani en las Bermudas, América, transcurren 36 días. Del 6 de setiembre al 11 de octubre de 1492.
Esta navegación es una masa compacta de información, pues el diario comprende los 36 días, sin olvidar o saltarse alguno de ellos.
De estos 36 días tenemos 6 en los que no figura ninguna indicación horaria sobre lo recorrido, 4 días en que se anota “noche y día”, 21 días en que el registro está considerado del “día y noche”, 2 días que se consideran confusos y 3 días en que la contabilidad esta fraccionada y se divide en lo recorrido durante el día y durante la noche.
La primera entrada de esta segunda etapa de la navegación hacía América de Cristóbal Colón, correspondiente al jueves 6 de setiembre, se indica que partieron por la mañana de la Gomera… “y anduvo todo aquel día y noche en calma y a la mañana –ya se hace referencia al viernes 7 de setiembre– se halló entre la Gomera y Tenerife”.
Aquí resulta bastante obvio que la contabilidad horaria se inicia en el momento de la partida de la Gomera y concluye a la mañana siguiente cuando se comprueba que no solo no han avanzado por el mar en calma sino que han retrocedido –seguramente unas pocas leguas– hasta situarse entre la Gomera y Tenerife y no entre la Gomera la isla de Hierro, que sería lo esperado. Lo destacable de esta anotación es que la referencia de la contabilidad se refiere a “aquel día y noche” como medida horaria.
En la entrada siguiente, correspondiente al viernes 7 de setiembre, ya la anotación no abarca de la mañana de un día a la mañana del día siguiente, sino que comprende dos días: “Todo el viernes y el sábado, hasta 3 horas de la noche, estuvo en calmas”, es decir, no hubo navegación por carencia de vientos y mareas favorables.
Y al día siguiente, sábado 8 de setiembre, la entrada se inicia repitiendo la información anotada en la entrada del día anterior: “Tres horas de noche sábado comenzó a ventear Nordeste y tomó su vía y camino al Oeste… y andarían aquel día 9 leguas con su noche”.
Aquí la información parece bastante clara: durante todo el día del sábado 8 de setiembre la nave se mantuvo en calma; recién a las tres horas de la noche del sábado (que corresponde a las 9 de la noche de ese mismo sábado), las naves comenzaron a navegar con viento a favor y durante toda la noche, hasta la madrugada siguiente, hicieron un recorrido de 9 leguas. Lo importante para este trabajo, es que repetirse la contabilidad que abarca día y noche como medida horaria.
De esta manera, tenemos que en las entradas de los primero 3 días de navegación a mar abierto, dos de las anotaciones hacen referencia a una contabilidad de “día y noche” para el conteo de las leguas recorridas, y un día carece de información contable y horaria por estar el mar en calma hasta las 3 horas de la noche del día siguiente.
Desde esta observación, ahora puede decirse que la contabilidad horaria “dia y noche” es mayoritaria en las entradas diarias de los apuntes de la navegación de la armada de Cristóbal Colón. Registraré los días en que tal contabilidad es explícitamente dada: 6–8–10–13–14–15–16–17–18–19–21–24–26–27–28–29–30 de setiembre–4–6–8–10 de octubre= 21 días de los 36 recorrido.
Las entradas del diario que no hacen referencia al horario de la contabilidad, aunque esta sí se hace, son 6 días: 20–22–23 de setiembre y 1–3 de octubre, incluyendo el 7 de setiembre en que el conteo es nulo por estar el mar en calma.
Las entradas en que se separa la contabilidad del día del de la noche son 3 días: 9–11 de setiembre y 9 de octubre
También debe señalarse que durante 4 entradas –12 de setiembre y 2–5–7 de octubre–, el registro se señala a la inversa, “noche y día”, pero lo más probable es que no deba dársele importancia y considerarlo solo una ligereza de transcripción. 
Las entradas de dos días –25 de setiembre y 11 de octubre– las calificamos de confusas por no quedar explícitamente registradas las leguas recorridas ni el horario en que se hace el conteo si es que hay alguna indicación. Con respecto al 11 de octubre, el problema es aún más grave: si consideramos que la contabilidad horaria va de madrugada a madrugada, el 12 de octubre debe iniciarse a las 6 de la mañana, con lo cual la observación de las lucecitas por Colón a las 10 de la noche y el grito de “tierra” por Rodrigo de Triana (o Juan Rodríguez Bermejo) dos horas después de la medianoche, corresponden a la contabilidad horaria acostumbrada en la navegación al 11 de octubre. Si se desea complicar aún más la fecha del descubrimiento, pueden exponerse dos argumentos: el primero indica que el reconocimiento oficial del primer avistamiento de una isla de América, lo realizó Cristóbal Colón a las 10 de la noche del 11 de octubre de 1492, tanto del horario que se acostumbraba en la navegación como en un cuenta de días comunes, puesto que el premio de 10 mil maravedís de por vida ofrecido por la reina de España como el jubón de seda ofrecido por Colón, correspondió al mismo Cristóbal Colón por ser el primero en ver tierra (el grito de Rodrigo de Triana sí correspondería a las 2 de la madrugada del 12 de octubre del día civil, pero no se considera oficialmente como el primer avistamiento de tierra americana, a pesar de que Colón finalmente le dio el jubón de seda). El segundo argumento confusionista, es que las fechas del diario de Colón corresponden al calendario juliano, por lo que en nuestro 12 de octubre actual no ocurrió ningún “descubrimiento de América”, ya que este se verificó, equiparando fechas, el 22 de octubre del calendario georgiano.
Quizá sea conveniente hacer aquí algunos apuntamientos sobre los conceptos relacionados con día y con horario.
Día, en términos generales, es el tiempo que emplea la tierra en dar una vuelta completa sobre su propio eje, y se considera de forma amplia que dura 24 horas (en realidad ningún tipo de día es exacto).
Día solar, representa dos pasos sucesivos del sol sobre el mismo meridiano, se contabiliza de mediodía a mediodía, y su tiempo se calcula en 24 horas, aunque en realidad es algo superior.
Día civil, es el día común de nuestras vidas, y se mide de medianoche a medianoche y dura 24 horas.
Día natural, es el periodo en que existe luz natural, entre el amanecer y el ocaso, y suele considerarse que dura desde las 6 am hasta las 6 pm., 12 horas corridas, sin que se observe ninguna exactitud. La noche natural, por contraposición, es el periodo en que se carece de la luz natural producida por el sol, y también se calcula en 12 horas.
Día de navegación de Colón es, hasta la llegada a América, de madrugada a madrugada, por eso su cuenta es del día con su noche, y dura 24 horas. Suele llamarse también “horario babilónico” (Horae ab Ortu) en oposición al “horario itálico” que inicia su cuenta en el anochecer (Horae ab Occasu).
Aquí es conveniente recalcar una situación. De acuerdo a lo que sabemos sobre las instrucciones dadas por Colón a sus capitanes en la salida de la Gomera, la primera de ellas decía que “después de haber navegado por Poniente 700 leguas sin haber encontrado tierra, no caminasen desde la medianoche hasta ser de día” (H.Colón). Esta orden la mantendrá a raja tabla cuando divisan tierra, pues la orden será esperar hasta que amanezca para examinar el estado marítimo de lo que rodea a las costas de la isla de Guanahani. De aquí es donde surge la tan manida sospecha que Colón sabía que existían peligrosos cercos de rocas, arrecifes, bordeando las costas de las islas de las Indias, Cipango o Cathay.
Esta advertencia debe tenerse presente cuando se analice la navegación de Colón visitando islas del Caribe pues servirá para entender la razón para detenerse al oscurecer frente a las islas y esperar el amanecer para desarrollar cualquier movimiento de aproximación y desembarco. 

3.– Desde el desembarco en Guanahani hasta la llegada a Cuba (12 de octubre a 28 de octubre).
Colón ordena que las naves se detengan cuando están a 2 leguas de la tierra vista de la isla. No lo ha hecho cuando él ha visto las lucecitas –esto solo sirvió para ordenar que se tenga especial atención en ver tierra, y se calcula que estarían entre 8 y 10 leguas (unos 50 o 60 kilómetros) de distancia– sino cuando Triana ha dado el grito de “tierra” desde la Pinta.
Para los cálculos llevados hasta ese momento, Colón ve las lucecitas a las 10 de la noche del jueves 11 de octubre y Triana cuatro horas más tarde del mismo día. El viernes 12 de octubre recién se iniciará para sus cuentas cuando amanezca, y así lo registrará en su diario, que es el momento cuando se inicia el reconocimiento de la existencia de la isla y el desembarco en los bateles.
Curiosamente, en estos dos días tan importantes para el viaje de Colón y para la escritura de su diario, Las Casas nos presenta encabalgados los sucesos de ambos días (el más evidente, por ejemplo, es que primero se registra el grito de Triana y a continuación el vislumbre de las lucecitas por Colón), aunque no resulta nada complicado separar los sucesos del 11 de octubre con lo que se inician en la madrugada del 12 de octubre. Este encabalgamiento pareciera ejemplificar a la perfección la hipótesis de que el diario de Colón no estuvo originalmente divido por fechas sino que este fue un artilugio de Las Casas[1], lo cual también se hará visible en otras entradas del diario.
El 13 de octubre comienza también con un clásico “luego que amaneció y concluye con “ahora, como fue noche todos se fueron a tierra con sus amadías.”; El 14 de octubre también se inicia con “En amanecido” y concluye con su alejamiento de Guanahani; pero el 15 de octubre se inicia explicando que se detuvo la noche anterior por el temor de no llegar a tierra antes de la mañana y “no saber si la costa era limpia de bajas”. Y por eso recién “en amaneciendo cargar velas”, es decir vuelve a navegar. Después de detenerse al mediodía ante una isla que desprecia al ver otra mayor, se encamina hacia ella, bautizándola Santa María de la Concepción, adonde llega “casi al poner del sol”. Aquí nuevamente el diario volverá a encabalgarse y registra junto las actividades del 15 y del 16 de octubre, que concluye cuando estando ya con la tarde algo avanzada, “a medio golfo entre estas dos islas”, halló una canoa individual, con un solo pasajero, que venía remando desde Guanahani y seguramente había ya pasado por Santa María de la Concepción en su camino hacia la isla que Colón ya había bautizado como Fernandina.
La entrada del diario correspondente al 16 de octubre, que encabeza en el manuscrito escribiendo “martes y miércoles 16 de octubre”, se inicia con la indicación que partió de la isla Santa María de Concepción cuando sería ya cerca del mediodía –recuérdese que en la entrada encabalgada del 15 de octubre se señala que desembarcó al amanecer y que a las 10 de la mañana regresó a las naves para dirigirse a la nueva isla que veía y que era más grande– y que navegó todo el día con calma y “no pude llegar a tiempo de poder ver el fondo para surgir en limpio, porque es en esto mucho de haber gran diligencia para no perder las anclas; y así temporicé toda esta noche hasta el día que vine a una población”, con los cual tenemos de nuevo un encabalgamiento en la entrada del día 16 al agregarse actividades correspondientes al 17 de octubre, y que concluyen con la voluntad de cercar toda la isla Fernandina.
La entrada del miércoles 17 de octubre se inicia igual que la del 16 de octubre con la indicación de que “al mediodía” –con lo cual tenemos ya dos entradas que se inician al mediodía– partió de la población en donde estaba y adonde tomó agua, para rodear la isla. No terminó de rodearla porque “hacía un gran cerrazón y el tiempo muy cargado; él (el viento) era poco y no me dejó llegar a tierra a surgir”. De todos modos, espera surgir más al Sueste “hasta que amanezca para ver las otras islas donde tengo que ir”.
La entrada del diario correspondiente al día 18 se resuelve en tres líneas: «Después que aclareció seguí el viento, y fui en derredor de la isla cuanto pude, y surgí al tiempo que ya no era de navegar; mas no fui en tierra, y en amaneciendo di la vela.» Y es de suponer que esta estructura es la sostendría al diario no haberse producido los encabalgamientos de los tres días anteriores (15–16–17 de octubre): “Después que aclareció” (amaneció) hasta “al tiempo que ya no era de navegar (oscurecer) y “en amaneciendo di a la vela” (fin del dia 18 de octubre e inicio del 19 de octubre), tal como se demuestra en la entrada de ese día siguiente, 19 de octubre: “En amaneciendo levanté las anclas…” y concluye con “y ahí surgí, esta noche viernes hasta la mañana”, aunque a continuación escriba reflexiones sobre la naturaleza, el problema del fondo para aproximarse, otra vez la naturaleza, una nota sobre la gente, el rey y el oro, y concluir con una explicación sobre sus proyectos. La claridad de esta estructura se revela también al inicio del día siguiente, “Sábado, 20 de octubre” en que comienza con “Hoy, el sol salido, levanté las anclas…”.




[1] GONZÁLEZ QUINTANA, Marta: “Las llamativas irregularidades estructurales del Diario de Colón”. Congreso de Historia del Descubrimiento (1492–1556). Actas. (Ponencias y comunicaciones) Tomo I. Real Academia de la Historia. Confederación Española de Cajas de Ahorro. Madrid, 1992. Págs. 499 a 520.

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