LA
CONFUSIÓN NARRATIVA DE LOS DÍAS
15,
16 Y 17 DE OCTUBRE DE 1492
EN EL
DIARIO DEL PRIMER VIAJE DE COLÓN
En principio, el asunto podría tener poca importancia y no
pasar de una anécdota menor. Sin embargo, todo se agrava cuando recordamos que
fue el padre fray Bartolomé de las Casas quien nos trasmitió el diario del
primer viaje de Cristóbal Colón, resumido por él de manera muy libre[1].
Se sabe que en su famosa y tan consultada obra Historia de las Indias, el padre de Las
Casas volvió a trabajar con una copia del original del diario y que consultó
también la Historia del almirante de Hernando
Colón, hijo del descubridor de América, además de cuanto trabajo histórico y
documentos sobre el tema llegó a sus manos.
El asunto al que quiero hacer referencia concierne a los
días 15 de octubre de 1492, al día siguiente, 16 de octubre, e incluso al 17 de
octubre, anotaciones del diario que tienen la cualidad, además, de ser escritas
por el mismo Colón, aunque no sepamos si es la totalidad de lo registrado por
él o solo una parte seleccionada por el sacerdote.
En su Historia de las
Indias, fray Bartolomé de las Casas escribe sobre esas fechas:
Alzó las velas el Almirante con todos sus 3 navíos,
y comenzó a ver muchas islas que no sabía a cuál primero ir, todas muy fértiles
y muy hermosas, llanas como vergeles; miró por la mayor que estaba de esta 7
leguas, adonde llegó lunes, 15 de octubre, al poner del sol, a la cual puso por
nombre la isla de Santa María de la
Concepción.// Saltó a tierra, martes, 16 de octubre, en amaneciendo, y tomó
posición en nombre de los reyes de Castilla de ella…
Como se puede leer en este párrafo, en él se nos dan
acciones de tres días: el domingo 14 de
octubre, que sale con sus tres navíos de San Salvador; el lunes 15 de octubre, que llega al
ponerse el sol, a la isla que estaba a 7 leguas y que bautiza como Santa María
de la Concepción; y el martes 16 de
octubre, cuando salta a tierra al amanecer y toma posición de ella en
nombre de los reyes de Castilla.
El día 14 de octubre pertenece, de hecho, en el diario y en la
historia de Las Casas, al costeo en bateles de la isla de San Salvador por
Colón y parte de su gente; al estudio sobre la ubicación de un gran puerto
capaz de permitir que anclen todas las naves de la cristiandad; a la
posibilidad de construir un fuerte; y también a llevar a todos los habitantes
de la isla a España o tenerlos prisioneros bajo vigilancia de 50 hombres en su
misma isla; y concluye con la captura de 7 indígenas[2]
que con sus canoas se habían acercado a los bateles, para llevarlos a España con
la finalidad de formarlos como lenguas (intérpretes), y el inicio de la
navegación, en el atardecer, en busca de otras islas y, en especial, como
escribe el 13 de octubre, de Cipango.
Realizados estos significativos actos con los que concluye
su estada en Gunahani o San Salvador, Colón emprende el camino en busca de una
isla más grande, donde los nativos le dicen que hay oro y que sus habitantes lo
llevan como anillos o pulseras en los brazos y en las piernas. Será una
navegación lenta por los vientos y las corrientes poco favorecedoras, además
del temor de naufragar al raspar el caso de los naves contra las rocas que
rodean las islas, como vieron en el costeo de San Salvador, por lo cual las
naves de Colón se detienen durante la noche y recién arriban al día siguiente,
al ponerse el sol, a la isla que llamarán Santa María de la Concepción.
Y aquí surge una confusa discrepancia que afectara a lo
sucedido el 15 y el 16 de octubre, más los dos días siguientes, en el
desarrollo narrativo de la actividad diaria de los descubridores de América.
Si Las Casas en su Historia
de las Indias relata el 15 de octubre de 1492 en 6 líneas, en cambio en el
diario no solo resume que llegaron al mediodía a una isla y que luego siguieron
navegando hasta el atardecer, sino que se agregan una serie de acontecimientos
en el registro de ese mismo día 15. Dada la pertinencia de lo expuesto, valdrá
la pena citar textualmente todo el contenido del diario correspondiente al día
lunes 15 de octubre de 1492, a pesar de su amplitud.
Lunes 15 de octubre.–
I Había temporejado esta noche con temor de no
llegar a tierra a sorgir antes de la mañana, y por no saber si la costa era
limpia de bajas, y en amaneciendo cargar velas.
Y como la isla fuese
más lejos de 5 leguas, antes será 7, y la marea me detuvo, sería mediodía cuando llegué a la dicha isla.
Y fallé que aquella
haz que es de la parte de la isla de San Salvador se corre Norte Sur y hay en
ella 5 leguas, y la otra que yo seguí se corría Leste Oueste y hay en ella más
de 10 leguas.
II Y como de esta isla vide otra mayor al
Oueste, cargué las velas por andar todo aquel día fasta la noche, porque aún no
pudiera haber andado al cabo del Oueste, a la cual puse nombre la isla de
Santa María de la Concepción.
Y cuasi al poner del sol sorgí acerca del dicho cabo por saber si había allí oro,
porque estos que yo
había hecho tomar en la isla de San Salvador me decían que ahí traían manillas
de oro muy grandes a las piernas y a los brazos.
Yo bien creí que todo lo
que decían era burla para se huir.
Con todo, mi voluntad
era de no pasar por ninguna isla de que no tomase posesión, puesto que tomado
de una se puede decir de todas.
III Y sorgí y estuve hasta hoy martes, (16–10–1492)[3]
que en amaneciendo fui a tierra con las barcas armadas y salí; y ellos, que
eran muchos así desnudos y de la misma condición de la otra isla de San
Salvador, nos dejaron ir por la isla y nos daban lo que les pedía.
Y porque el viento cargaba a la
traviesa Sueste no me quise detener y partí para la nao,
IV
y una almadía grande estaba a
bordo de la carabela Niña; y
uno de los hombres de la isla del San Salvador, que en ella era, se echó a la
mar y se fue en ella,
y la noche de
antes a medio echado
el otro[4],
y fue atrás la almadía, la cual fugió que jamás fue barca que le pudiese
alcanzar, puesto que le teníamos grande avante. Con todo, dio en tierra y
dejaron la almadía;
y algunos de los de mi compañía salieron en tierra
tras ellos, y todos huyeron como gallinas, y la almadía que habían dejado la
llevamos a bordo de la carabela Niña,
V adonde ya
de otro cabo venía otra almadía pequeña con un hombre que venía a rescatar un
ovillo de algodón, y se echaron algunos marineros a la mar, porque él no quería
entrar en la carabela, y le tomaron.
Y yo, que estaba a la popa de la nao, que vide todo,
envié por él y le di un bonete colorado y unas cuentas de vidrio verdes
pequeñas que le puse al brazo, y 2 cascabeles que le puse a las orejas, y le
mandé volver a su almadía, que también tenía en la barca, y le envié a tierra.
VI Y di luego la vela para ir a la otra isla
grande que yo vía al Oueste
y mandé largar también
la otra almadía que traía la carabela Niña, por popa,
VII
y vide después en tierra, al tiempo
de la llegada del otro a quien yo había dado las cosas susodichas y no le había
querido tomar el ovillo de algodón, puesto que él me lo quería dar, y todos los
otros se llegaron a él y tenía a gran maravilla y bien le pareció que éramos
buena gente y que el otro que se había fugado nos había hecho algún daño y que
por esto lo llevábamos.
Y a esta
razón usé esto con él de le mandar alargar y le di las dichas cosas porque nos
tuviesen en esta estima, porque otra vez cuando Vuestras Altezas aquí tornen a
enviar no haga mala compañía; y todo lo que yo le di no valía cuatro maravedís.
VIII Y así partí, que serían las 10 horas, con el viento Sueste, y tocaba de Sur para
pasar a esta otra isla, la cual es grandísima
y adonde todos estos
hombres que yo traigo de la de San Salvador hacen señas que hay muy mucho oro y
que lo traen en los brazos en manillas y a las piernas y a las orejas y al
nariz y al pescuezo.
IX Y había de esta
isla de Santa María a esta otra 9 leguas Leste Oueste, y se corre toda esta
parte de la isla Norueste Sueste, y se parece que bien habría en esta costa más
de 28 leguas en esta faz,
X y es muy llana sin montaña ninguna, así como
aquellas de San Salvador y de Santa María, y todas playas sin roquedos,
salvo que a todas hay
algunas peñas acerca de tierra debajo del agua; por donde es menester abrir el
ojo cuando se quiere surgir e no surgir mucho acerca de tierra, aunque las
aguas son siempre muy claras y se ve el fondo. Y desviado de tierra 2 tiros de
lombarda, hay en todas estas islas tanto fondo que no se puede llegar a él.
Son estas islas muy
verdes y fértiles y de aires muy dulces, y puede haber muchas cosas que yo no
sé, porque no me quiero detener por calar y andar muchas islas para fallar oro.
Y pues éstas dan así estas
señas que lo traen a los brazos y a las piernas, y es oro porque les amostré
algunos pedazos del que yo tengo, no puedo errar con la ayuda de Nuestro Señor
que yo no le falle adonde nace.
XI Y estando a medio golfo de estas dos islas
–es de saber de aquella de Santa María y de esta grande, a la cual pongo nombre
la Fernandina–
XII
fallé un hombre solo en una
almadía que se pasaba de la isla de Santa María a la Fernandina,
y traía un poco de su pan, que sería tanto como el
puño,
y una calabaza de agua
y un pedazo de tierra bermeja hecha en polvo y
después amasada,
y unas hojas secas que debe ser cosa muy apreciada
entre ellos, porque ya me trujeron en San Salvador de ellas en presente,
y traía un cestillo a su guisa en que tenía un
ramalejo de cuentecillas de vidrio y dos blancas,
por las cuales conocí que él venía de la isla de San
Salvador y había pasado a aquella de Santa María y se pasaba a la Fernandina,
el cual se llegó a la nao.
Yo le hice entrar, que así lo demandaba él, y le
hice poner su almadía en la nao y guardar todo lo que él traía;
y le mandé dar de comer pan y miel y de beber.
Y así le pasaré a la Fernandina y le daré todo lo
suyo, porque dé buenas nuevas de nos para, a Nuestro Señor aplaciendo, cuando
vuestras Altezas envíen acá, que aquellos que vinieren reciban honra y nos den
de todo lo que hobiere»[5].
En una primera lectura resulta obvio que en la entrada del
diario del día 15 de octubre se hallan integradas también las anotaciones correspondientes
a las actividades del día 16 de octubre, y no se debe a un reparto de horas de
navegación –aquellas que el día se divide de mediodía a mediodía y no de
medianoche a medianoche– pues las notas comienzan refiriéndose a la noche del
14 de octubre, pasan a mediodía del 15, se prolongan al atardecer del 15,
siguen en el amanecer del 16 y a las 10 de la mañana de ese mismo día se indica
que salen los navíos hacia la otra isla más grande que ve, y a la que llamará
Fernandina a medio camino antes de llegar a ella, poco antes de encontrarse con
el solitario indígena navegando en su canoa individual.
Tenemos, pues, en un cálculo al máximo prudente y
conservador, anotaciones que abarcan un mínimo de 36 horas, olvidándonos de las
probables horas nocturnas del 14 de octubre, y centrándonos en las 24 horas del
lunes 15, las 10 horas de la salida de Santa María el martes 16 y agregando una
estimación de unas dos horas de navegación hasta algo más allá del mediodía
cuando encuentran la canoa que viene de San Salvador y Santa María de la
Concepción con rumbo a la Fernandina.
Es importante destacar que contrariamente a lo que se
consigna por lo general en la narración del recorrido inicial de Cristóbal
Colón al llegar a la “zona americana”, es que no son tres sino cuatro islas las
que visita en sus primeros cinco días: San Salvador, otra isla a la que llega
al mediodía del 15 de octubre y no bautiza sino que se detiene pero reinicia la
navegación al ver una más grande[6],
a donde llega al atardecer –al inicio de la noche para entendernos mejor– y a
la que pone el nombre de Santa María de la Concepción, y en la que recién
desembarca al día siguiente al amanecer, 16 de octubre, toma posesión de la
isla, la recorre y los indios desnudos les dan lo que les piden, y a las 10 de
la mañana de ese mismo 16 de octubre decide dirigirse a otra isla que califica
de grandísima, donde llega ya al anochecer, se queda en las proximidades de
ella y desembarca al día siguiente, 17 de octubre, “en una población”.
De la lectura de las anotaciones del 15 y 16 de octubre,
debemos sacar en conclusión que Colón sólo está en tierra durante el día del 12
y 13 de octubre, y desde el amanecer hasta las 10 de la mañana del 16 de
octubre en que toma posesión y recorre brevemente la isla que bautizó como
Santa María de la Concepción. Todo el resto del tiempo, Colón con los bateles
por las costas de San Salvador o con las tres naves, navega entre las costas de
las islas de América o espera el amanecer fondeadas antes ellas. Es decir de
las 120 horas de los 5 días que van del 12 de octubre de 1492 al 16 de octubre
del mismo año, Colón solo ha pisado tierra 28 horas buenamente contadas.
Si damos un paso más y del registro del diario
correspondiente al 15 de octubre nos quedamos solo con las anotaciones
referentes a la navegación y sacamos todos los fragmentos que en mi cita se
hallan en cursiva, y pasamos a considerarlos como anécdotas relacionadas con
canoas pero no con el desplazamiento de los 3 navíos, y también excluimos
aquellas partes que se hallan con un tipo diferente de letra (Bradley Hand ITC) por considerarlas apreciaciones o comentarios de Colón no referentes a la
navegación, tendríamos un resumen que deberíamos leer así:
LUNES 15 DE OCTUBRE
I Había temporejado esta noche con temor de no
llegar a tierra a sorgir antes de la mañana, y por no saber si la costa era
limpia de bajas, y en amaneciendo cargar velas.
Y como la isla fuese
más lejos de 5 leguas, antes será 7, y la marea me detuvo, sería medio día cuando llegué a la dicha isla.
Y fallé que aquella
haz que es de la parte de la isla de San Salvador se corre Norte Sur y hay en
ella 5 leguas, y la otra que yo seguí se corría Leste Oueste y hay en ella más
de 10 leguas.
II Y como de esta isla vide otra mayor al
Oueste, cargué las velas por andar todo aquel día fasta la noche, porque aún no
pudiera haber andado al cabo del Oueste, a la cual puse nombre la isla de
Santa María de la Concepción.
Y cuasi al poner del sol sorgí acerca del dicho cabo
MARTES 16 DE OCTUBRE
III Y sorgí y estuve hasta hoy martes,
que en amaneciendo fui a tierra
Y porque el viento cargaba a la
traviesa Sueste no me quise detener y partí para la nao,
VI Y di luego la vela para ir a la otra isla grande
que yo vía al Oueste
VIII Y así partí, que serían las 10 horas, con el viento Sueste, y tocaba de Sur para
pasar a esta otra isla, la cual es grandísima
IX Y había de esta
isla de Santa María a esta otra 9 leguas Leste Oueste, y se corre toda esta
parte de la isla Norueste Sueste, y se parece que bien habría en esta costa más
de 28 leguas en esta faz,
XI Y estando a medio golfo de estas 2 islas
–es de saber de aquella de Santa María y de esta grande, a la cual pongo nombre
la Fernandina–
Planteada así la
lectura de las anotaciones exclusivamente marítimas del diario correspondientes
al día 15 de octubre, habría ahora que reproducir textualmente lo registrado en
la entrada del día 16 de octubre del diario para saber qué es lo que podría haberse
agregado sobre las navegación de ese día.
MARTES 16 DE OCTUBRE[7]
I Partí de las islas de Santa María de la Concepción, que
sería ya cerca del medio día, para la isla Fernandina, la cual amuestra ser
grandísima al Oueste, y navegué todo aquel día con calmería.
No pude llegar a tiempo de poder ver
el fondo para surgir en limpio, porque es en esto mucho de haber gran
diligencia por no perder las anclas; y así temporicé toda esta noche
II hasta el día que vine a una población, adonde yo surgí
III y adonde había venido
aquel hombre que yo hallé ayer en aquella almadía a medio golfo, el cual había
dado tantas buenas nuevas de nos que toda esta noche no faltó almadías a bordo
de la nao, que nos traían agua y de lo que tenían.
Yo a cada uno le mandaba dar algo, es a saber algunas contecillas, 10 o 12
de ellas de vidrio en un filo, y algunas sonajas de latón de estas que valen en
Castilla un maravedí cada una, y algunas agujetas, de que todo tenían en
grandísima excelencia, y también los mandaba dar, para que comiesen, cuando
venían en la nao miel de azúcar.
IV Y después, a horas de tercia, envié al batel de la nao en tierra por agua,
y ellos de muy buena gana le enseñaban a mi gente adonde estaba el agua, y
ellos mismos traían los barriles llenos al batel y se folgaban mucho de nos
hacer placer.
V Esta isla es grandísima y tengo determinado de la rodear, porque, según
puedo entender, en ella o cerca de ella hay mina de oro.
VI Esta isla está desviada de la de Santa María 8 leguas cuasi
Leste Oueste; y este cabo adonde yo vine y toda esta costa se corre Norueste y
Sursueste, y vide bien 20 leguas de ella, mas ahí no acababa.
VII Agora escribiendo esto, di la vela con el viento Sur para
pujar a rodear toda la isla, y trabajar hasta que halle Samaot,
que es la isla o ciudad adonde es el oro, que así
lo dicen todos estos que aquí vienen en la nao, y nos lo decían los de la isla
de San Salvador y de Santa María.
VIII Esta gente es semejante a aquellas de las dichas islas, y una
fabla y unas costumbres, salvo que éstos ya me parecen algún tanto más
doméstica gente y de tracto y más sotiles, porque veo que han traído algodón
aquí a la nao y otras casitas que saben mejor refetar el pagamento que no
hacían los otros.
Y aun en esta isla vide paños de algodón fechos
como mantillos, y la gente más dispuesta,
y las mujeres traen por delante su cuerpo una
cosita de algodón que escasamente les cobija su natura.
IX Ella es isla muy verde y llana y fertilísima, y no pongo duda de que todo
el año siembran panizo y cogen, y así todas otras cosas.
Y vide muchos árboles muy disformes de los
nuestros, y dellos muchos que tenían los ramos de muchas maneras y todo en
un pie, y un ramito es de una manera y otro de otra, y tan disforme que es
la mayor maravilla del mundo cuánta es la diversidad de una manera a la otra;
verbigracia, un ramo tenía las fojas a manera de cañas y otro de manera de
lentisco, y así en un solo árbol de cinco seis de estas maneras, y todos tan
diversos; ni éstos son enjeridos, porque se puede decir que el injerto lo hace,
antes son por los montes, ni cura de ellos esta gente.
X No le conozco secta ninguna, y creo que muy presto se tornarían
cristianos, porque ellos son de muy buen entender.
XI Aquí son los peces tan disformes de los nuestros que es maravilla. Hay
algunos hechos como gallos de las más finas colores del mundo, azules,
amarillos, colorados y de todas colores, y otros pintados de mil maneras; y las
colores son tan finas que no hay hombre que no se maraville y no tome gran
descanso a verlos.
También hay ballenas.
XII Bestias en tierra no vide ninguna de ninguna manera, salvo
papagayos y lagartos.
Un mozo me dijo que vido una grande culebra.
Ovejas ni cabras ni otra ninguna bestia vide; aunque
yo he estado aquí muy poco, que es medio día: mas si las hobiese no pudiera
errar de ver alguna.
XIII El cerco de esta isla escribiré después que yo la hobiere
rodeado.
Si aplicamos al
registro del 16 de octubre el mismo criterio que el empleado para la entrada
del día 15 de octubre, descartando lo que hay de anecdótico (en cursiva) y de
comentario u opinión (otro tipo de letra: Bradley
Hand ITC), el resultado
es el siguiente:
MARTES 16
DE OCTUBRE
I Partí de las islas de Santa María de la Concepción, que
sería ya cerca del medio día, para la isla Fernandina, la cual muestra ser
grandísima al Oueste, y navegué todo aquel día con calmería.
No pude llegar a tiempo de poder ver
el fondo para surgir en limpio, porque es en esto mucho de haber gran diligencia
por no perder las anclas; y así temporicé toda esta noche
MIERCOLES 17 DE OCTUBRE
II hasta el día que vine a una población, adonde yo surgí
VI Esta isla está desviada de la de Santa María 8 leguas cuasi
Leste Oueste; y este cabo adonde yo vine y toda esta costa se corre Norueste y
Sursueste, y vide bien 20 leguas de ella, mas ahí no acababa.
VII Agora escribiendo esto, di la vela con el viento Sur para
pujar a rodear toda la isla, y trabajar hasta que halle Samaot,
XIII El cerco de esta isla escribiré después que yo la hubiere
rodeado.
En el registro
del diario correspondiente al 17 de octubre, ya se trata de la navegación
efectuada durante ese día, el costeo que anuncia, concluyendo con un apunte
referente a la media noche del 17 y al amanecer del 18 de octubre:
Así que esta noche llovió muy fuerte
después de media noche hasta cuasi el día, y aún está nublado para llover y nos
al cabo de la isla de la parte del Sueste, adonde espero surgir fasta que
aclarezca para ver las otras islas adonde tengo de ir.
Y el día 18 de
octubre, el diario registra una escueta anotación sobre el costeo de la isla
Fernandina:
Después que aclareció seguí el viento,
y fui en derredor de la isla cuanto pude, y surgí al tiempo que ya no era de
navegar; mas no fui en tierra, y en amaneciendo (19-10-92) di la vela.
Y al día
siguiente, 19 de octubre, ya narra lo que sucede ese día desde el amanecer, con
lo que todo vuelve a la normalidad y se continúan registrando las actividades
diarias en el apartado correspondiente.
Ordenada la
confusión narrativa del registro del primer viaje de Cristóbal Colón
correspondiente a los días que van desde el 15 al 17 de octubre, puede
aprovecharse la lectura de esos días para destacar dos hechos importantes
referentes a los indígenas.
En primer lugar,
es evidente que a pesar de la amabilidad con que son recibidos los viajeros por
los nativos, a la predisposición que tienen de cambiar lo que poseen por
chucherías (que para ellos seguramente no lo eran), a la alegre curiosidad con
que los examinan y tocan, a la sin duda buena disposición de las mujeres para
solazarse con los recién llegados, y a la inocencia con que acuden nadando o en
sus canoas a las naves, no existe aún la impotente sumisión que surgirá cuando
se vean atacados, capturados, explotados y esclavizados por los españoles. La
respuesta a la captura de 7 nativos con el fin de llevarlos a España para
convertirlos en lenguas (intérpretes), es la huida apenas esta es posible. Así,
durante la misma noche de su captura, uno de los nativos apenas le fue posible,
agarró una canoa y huyó de la nave y de los españoles, aparentemente sin ser
notado; y al día siguiente, otro indígena, más arriesgado por hacerlo en pleno
día, también coge una canoa grande y se escapa de la nave perseguido por un
batel lleno de españoles, llega a la costa, deja la canoa y huye de sus
captores que ahora tratan de recapturarlo sin lograr alcanzarlo[8].
Actitud muy distante de la resignación que los llevó a la extinción a través
del suicidio, el infanticidio, el no embarazo, la debilidad física, las
enfermedades y la falta de razones para sobrevivir bajo el yugo hispánico.
El segundo
aspecto a resaltar es el sistema de comunicación, de convivencia, de movilidad
existente entre los habitantes de las islas. La ilustración sobre este aspecto
la da el indígena con el que se encuentran cerca del mediodía del 16 de
octubre, a medio camino entre la isla de Santa María de la Concepción y la
Fernandina. Viaja solo, en una canoa, llevando un pedazo de su pan, del tamaño
de un puño[9],
una calabaza con agua, un pedazo de tierra bermeja hecha en polvo y después
amasada, unas hojas secas[10]
–que debe ser algo muy apreciado por ellos porque ya se las trajeron en San
Salvador como un regalo, aclara Colón– y un cestillo que tenía un ramalejo de
cuentecillas de vidrio y dos blancas[11],
lo que le permitió darse cuenta que este modesto navegante venía de San
Salvador, quizá de la isla donde no desembarcaron los españoles, de Santa María
de la Concepción, y ahora viajaba a la Fernandina, donde sin duda alguna
también informaría sobre los recién llegados en los extrañas embarcaciones y
enseñaría algunas de las cosas que cambiaban por lo que ellos tenían[12].
Téngase en cuenta, para valorizar la rapidez, que es un hombre solo, que viaja
en una canoa pequeña, para una persona, y que los tres navíos lo encuentran en
un punto más adelantado al alcanzado en ese momento por ellos. Habría que suponer
que de llegar la canoa a la Fernandina antes que las naves, el arribo de Colón
no hubiera tenido el menor elemento de sorpresa, salvo el que impone la
realidad; y también imaginar que de existir ese factor de comunicación entre
las islas del Caribe, como parece demostrar la canoa encontrada por Colón que
venía de las islas anteriormente visitadas por él, la llegada de las naves a
las islas posteriores, en donde desembarcó la tripulación, no tuvo tampoco
elementos de sorpresa para los nativos, previamente informados de las extrañas
naves y sus aún más extraños y pintorescos viajeros que surcaban las aguas
próximas a ellos.
De las fuentes
para el estudio del diario de Colón, las dos principales son la Historia de las Indias de Bartolomé de
las Casas, y la Historia del almirante,
de su hijo Hernando Colón. Se presume que ambos trabajaron directamente con
copias del diario del almirante para escribir sus libros y, aun más, lo que
conocemos del diario, como ya se señaló, es gracias la transcripción ampliamente
resumida del sacerdote que ha llegado a nosotros.
Si tomamos el
diario como el punto central de referencia, y analizamos las narraciones de Las
Casas y Hernando Colón sobre estos días, podremos sacar algunas observaciones
sobre la fidelidad de sus comentarios y lo que agregaron o callaron sobre lo
que leyeron escrito directamente por el almirante del mar océano durante su
travesía.
[1] De acuerdo a diversos estudios universitarios e informáticos
realizados, puede afirmarse que el texto original de Colón en el diario ocupa
menos del 25% mientras que lo escrito por Las Casas supera el 75%.
[2] Curiosamente tanto Morison
como…. y Heers dicen que fueron solo 6 indios los capturados para llevar
a España y no los 7 que figuran claramente en el diario. Tal vez el error se
deba a que la primera intención expuesta por Colón el mismo 12 de octubre fue
la de llevarse solo 6 indios.
[3] La fecha es agregado mío.
[4] Se puede leer que dos nativos huyeron de las naves de
Colón, pero lo que está mal trascrito, aparentemente, es la huida del de la
noche anterior, tal vez el 15 o quizá el 14 de octubre. Mi opinión es que uno
huyó en la noche en una canoa sin que nadie lo notara y otro se escapó en otra
canoa grande durante el día, frente a la isla Santa María de la Concepción, y
fue perseguida por el batel con marineros. Aquí también se nota la confusión de
si fue uno o varios los que huyeron, pues la historia termina pluralizando a
los que se escaparon. Fernández de Navarrete sugiere la que escritura correcta,
llenando al blanco o hueco que sigue en el original es: “y la noche de antes al
medio se echó el otro a nado, y fue atrás la almadia etc.”, frase que resulta
aún más confusa sobre lo sucedido.
[5] La división de las anotaciones del día 15 de octubre
de 1492 en 12 apartados, más la utilización de letra cursiva y de otro tipo en
ellos, son recursos didácticos para hacer más fácil y explicativa la exposición.
[6] Esta isla intermedia entre San Salvador y Santa María
de la Concepción, a la que llega al mediodía del 15 de octubre de 1492, según
se registra en el diario, no es mencionada por Las
Casas y Hernando Colón, ni por Bernaldez;
tampoco por Mártir, Gómara y Oviedo, que
ignoran todo sobre las primeras islas; y menos aún por los historiadores
posteriores como Cappa, Madariaga, Morison,
Ballesteros Beretta, Guillen, Gandia, Heers, Fernández Álvarez, Arranz, y
Fernández Armesto. Es cierto que no tiene importancia en cuanto isla por
no ser visitada ni bautizada por Colón, pero si tiene valor histórico registrar
que esta segunda isla a la que llegó en 1492 el descubridor de América, solo
mereció un acto de desprecio debido a que se vio el horizonte una isla más
grande, gesto que, además, implica una actitud selectiva en la navegación por
la zona. Fernández de Navarrete opina que Colón llama a un conjunto de islas,
que actualmente se llaman Los Caicos, con el nombre de Santa María de la
Concepción, en base a que la nota del 16 de octubre del diario, se inicia
refiriéndose a que partió de “las islas de Santa María de la Concepción”. Consuelo Varela, la gran especialista en Colón, en
su síntesis del primer viaje no menciona esta isla no bautizada, pero va más
allá y tampoco registra el descubrimiento de la isla Santa María de la
Concepción, pero peor aún, anota que el descubrimiento de la Fernandina fue 15
de octubre y no el 16 como señala el diario (es un desliz originado seguramente
por la confusión de fechas que es lo que trato de aclarar en este trabajo). El
que sí menciona la isla intermedia, aunque sin comentar, es Manzano, pues sigue literalmente al diario de
Colón. Ramos, en su edición del diario
(1995), lamenta que las Casas no trasladara el nombre de esta isla donde no
desembarca, pues así “no se habrían originado las confusiones que se han
producido en el identificación del itinerario colombino en esta parte”, aunque
lo más probable –en mi opinión- es que no la bautizó sino solo se detuvo
brevemente antes de seguir viaje, y ni siquiera se interesó por el nombre
nativo de la isla.
[7] En el original dice textualmente: “Martes y miércoles
16 de octubre”
[8] En el registro del 15 de octubre de 1492 del diario,
no solo se mezclan las dos versiones de la huida en canoas, sino que incluso se
pluraliza –repito aquí- como si una de ellas no hubiera sido de un nativo sino
de varios (“y todos huyeron como gallinas”).
[9] Las Casas en su Historia
de las Indias registra que se trata de cazabí, el pan de yuca típico de los
indígenas del caribe. No registra, y por lo tanto no explica, que es el “pedazo de
tierra bermeja hecha en polvo y después amasada”, lo cual para Hernando Colón,
es la pasta con la cual se pintan el cuerpo.
[10] Muchos de los anotadores del diario de Colón, opinan
que son hojas de tabaco.
[11] Las Casas en su Historia
de las Indias registra que son “unas contezuelas verdes y dos blancas,
moneda de Castilla”.
[12] Iba a escribir “las tonterías que ellos tenían
(papagayos, flechas, hilo, frutas, algunos, muy pocos, pedacitos de oro,
etc.)”.
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