PRIMERA ETAPA
DE
PALOS A CANARIAS
(Del
3 de agosto al 6 de setiembre de 1492)
Fernando Tola de Habich
PREÁMBULO
En líneas generales puede decirse que el viaje
de Colón a Canarias, desde su salida de Palos y su estada en las islas puede
dividirse en tres segmentos:
3 de Agosto de 1492: Salida del Puerto de Palos.
a) Salida del Puerto de
Palos
b) Rumbo a Lanzarote, en
Canarias
c) Tempestad fuerte durante
el trayecto
d) Ruptura y arreglo
provisional del timón de la Pinta
e) Pérdida del rumbo
8 de agosto: Llegada frente a las islas Canarias
a)
Decisión de buscar nave de remplazo de la Pinta
b)
Queda la Pinta frente a Canarias para ir a su
arreglo
c)
La Niña y la Santa María viajan a la Gomera
d)
Calmas marítimas en la Gomera y en Canarias
e)
Regresa la Niña y la Sta. María a Canarias
f)
Queda personal en la Gomera preparando
bastimentos
g)
Arreglan timón de la Pinta y la calafatean
h)
Cambian las velas de la Niña
i)
Regreso de las tres naves a la Gomera
j)
Carga de bastimentos
6 de setiembre: Salida de la isla de la Gomera.
a)
Entrega de instrucciones a los capitanes
b)
Aviso de naves portuguesas en los alrededores
c)
Mar en calma; carencia de vientos
DIARIO DE
COLÓN
VIERNES 3 DE AGOSTO
Partimos
viernes, 3 días de agosto de 1492 años, de la barra de Saltes, a las 8 horas.
Anduvimos
con fuerte virazón hasta el poner del sol hacia el Sur 60 millas, que son 15
leguas; después al Sudueste y al
Sur, cuarta del Sudueste, que era el camino para las Canarias.
SOBRE EL
DIARIO. Aparte del resumen que
dejó Las Casas del Diario de Colón,
tanto él como Hernando Colón, en Historia
de las Indias como en Historia del
Almirante respectivamente, van comentando y trascribiendo frases del
diario, del que se asegura disponen de copias (la misma o diferentes).
(Las Casas: Historia de las Indias)
Estas singladuras o jornadas entiendo
poner aquí de cada día y noche, brevemente, como las saqué del libro susodicho
de Cristóbal Colón en aquella su primera navegación, el cual mostró a los Reyes
desde que vino, estas Indias halladas; pondré también lo que cada día le
acaecía, y las señales que oían y lo que sufría y pasaba, y su constancia,
porque creo que no será desagradable (Las Casas 1957, pág. 128).
(H. Colón: Historia del almirante)
“el 3 de agosto, al amanecer, dieron vela
con rumbo a las Canarias; y desde aquel punto fue diligentísimo el Almirante en
escribir día a día minuciosamente todo lo que sucedía en el viaje,
especificando los vientos que soplaban, cuánto recorrido hacía con cada uno, y
con qué velas y corrientes, y qué cosas veía por el camino, aves, peces o
algunos otros indicios. Cosa que siempre acostumbró en los 4 viajes que hizo de
Castilla a las Indias.
Sin
embargo, no me propongo escribirlo todo en detalle, porque si bien entonces era
muy útil describir su camino y navegación, y señalar qué impresiones
correspondían a los cursos y aspectos de las estrellas, y el declarar qué
diferencia había en estas cosas con nuestros mares y nuestras regiones, no me
parece que al presente tanta minucia pueda dar satisfacción a los lectores,
quienes se aburrirían si aumentase este escrito con semejantes prolijidades.
Por lo tanto sólo me ocuparé de aquello que me parezca necesario y conveniente
(H. Colón 1991, pág. 95).
Aquí Ramos plantea un problema. En su opinión, cuando Hernando Colón
escribe que “el 3 de agosto, al amanecer,
dieron vela con rumbo a las Canarias; desde aquel punto el almirante fue diligentísimo en escribir”,
el punto al que hace referencia como inicio de la escritura del diario
concierne a las Canarias y no al inicio de la navegación, puesto que el final
de la estada en Canarias, desde el 9 de agosto hasta el 5 de setiembre, la
resume en un solo día (lo cual significaría falta de diligencia).
Desde mi punto de vista, el “diligentísimo
en escribir” de la apreciación de Hernando, es resultado, sin duda alguna,
de la totalidad del diario de su padre; y en lo referente al punto en que se
inicia el diario, este, también sin duda alguna, se refiere al inicio de la
navegación desde que dieron vela en Palos. Esta lectura se reafirma aún más
cuando se lee que Las Casas, al hacer similar referencia, señala con claridad
que: “y otro día viernes, que se contaron
3 días del dicho mes de agosto, antes que el sol saliese con media hora, hizo
soltar las velas y salió del puerto y barra que se dice de Saltes, porque así
se llama aquel río de Palos; y porque
comenzó desde allí un libro de sus navegaciones para estas Indias”; frase
en la que el “desde allí” no puede ofrecer ningún error de lectura. (Las
Casas 1957, pág. 126).
SALIDA DE
PALOS.
La anotación de la primera entrada
plantea un inicial y tonto problema en el texto del diario de Colón: ¿por qué
decir “Partimos viernes, 3 días de agosto de 1492 años, de la
barra de Saltes, a las 8 horas”, cuando se sabe que el
puerto en que se prepararon, se reunieron y se cargaron las naves fue en el
puerto de Palos.
Esta información aparece también escrita en el
discutido “prólogo del diario”, en el que asienta con detalle no la
contradicción sino la aclaración y ampliación de lo que Las Casas resume en la
entrada del 3 de agosto: “y vine a la villa de Palos, que es puerto de mar, a donde
yo armé 3 navíos muy aptos para semejante hecho, y partí de dicho puerto muy
abastecido de muy muchos mantenimientos y de mucha gente de la mar, a 3 días
del mes de agosto de dicho año, en un viernes, antes de la salida de sol con
media hora, y llevé camino de las islas Canarias de Vuestras Altezas”.
No tomar en cuenta esta anotación
origina un problema como el que se plantea Ramos en el prólogo a su edición del
Diario (1995), en el que el texto de Colón significa que “al no estar ancladas las carabelas en Palos, sino
en la embocadura del río para salir al mar, tuvo que haber una partida previa”
desde Palos, “media hora antes del amanecer para darse las naves a la
mar desde Saltes a las 8 de la mañana”, lo cual, así, sin detalles, es
correcto, aunque Ramos solo lo suponga
por no recordar lo señalado en el “prólogo” (pocas líneas antes).
Es evidente, si se quiere, y así se establece el tonto problema, que
Colón señala con claridad dos salidas, una de Palos media hora antes de la
salida del sol (“prólogo”) y otra a las 8 de la mañana de la barra de Saltes
(Diario). Desde mi punto de vista ambas salidas son correctas: una es la salida
física de las naves desde el puerto de Palos y la otra la salida marítima a mar
abierto desde la barra de Saltes. Y no seré yo quien señale una manipulación
literaria de Las Casas en el texto para evitar repetir en el diario la
indicación que ya estaba dada en el “prólogo”.
Pero esta interpretación está muy lejos de imaginar, como hace Ramos, que
Colón había enviado las tres naves por delante, con mínima tripulación, a la
embocadura del río, y que media hora antes del amanecer se ocupa de trasladar,
en botes, al resto de su personal para que se embarquen en ellas e iniciar la
navegación, lo cual, para decir lo menos, resulta bastante estrambótico.
De la información que disponemos se puede deducir, con plena
concordancia, que Colón el jueves 2 en la noche dio la orden de que su gente se
embarcara, que en la madrugada del viernes, media hora antes del amanecer (a
las 4:45 am), todos los viajeros estaban en las naves; momento en que hizo
soltar las velas y se inició el recorrido del río Tinto y luego el del río
Saltés (hoy brazo final del río Odiel), para desembocar del puerto y barra de
Saltés a mar abierto a las 8 de la mañana (Las Casas 1957, pág.
128).
Morison,
novelando a partir de Oviedo –otro novelador apenas le es posible–, agrega que
Colón “tomó la comunión en San Jorge, Palos, a primera hora de la mañana del
viernes 3 de agosto” y “en el nombre de Jesús” dio orden de ponerse en marcha”;
desde esa suposición (igual comulgó el jueves al atardecer o al anochecer, sin
prisas horarias), continúa su relato con la imagen religiosa de Colón y parte
de la tripulación arrodillándose al pasar frente al monasterio de La Rábida,
donde los monjes cantan el himno litúrgico de la hora prima, y concluye con una
rimbombante frase: “Esta modesta armada partía hacia una conquista para la Cruz
que sobreviviría a todos los imperios terrenales”. Sin duda alguna, la imagen
literaria es posible, pero de ahí a la realidad hay un trecho que solo la
ficción puede manejar por más que provenga de Oviedo. (Morison, 1993, pág. 249).
Más interesante en todo caso es la anotación que Colón se despidió de su
hijo Diego, quien hasta ese momento lo había acompañado en Palos, que quedaba a
cargo de Juan Rodríguez Cabezudo y del clérigo Martín Sánchez, comprometidos a
llevarlo a Córdoba para entregarlo a Beatriz Enrique de Arana, madre de su
medio hermano Hernando Colón. (Cristóbal Colón de Carvajal y Gorosábel, pág.
60)
CAMINO A LAS CANARIAS. En principio no hay
dudas de las razones por las que se dirigió Colón a las Canarias para de ahí
dirigirse al Nuevo Mundo. La idea común es que Cipango estaba en el mismo
paralelo que las islas y por eso, viajando siempre al Oeste, sin desviarse, y
aprovechando vientos favorables, llegaría hasta esa meta. Las Canarias era
también territorio perteneciente a la corona española y tal como le ordenaban
los reyes a Colón debía evitar penetrar a las aguas portuguesas tal como se
había acordado en el tratado de Alcácovas, lo cual lleva a Manzano a decir que
“al parecer, el rumbo Oeste mantenido por Colón en su primer viaje le fue
impuesto por los reyes españoles”, “por las circunstancias políticas del
momento, ante la necesidad de respetar el convenio vigente con Portugal”
(Manzano 1989, pág. 296 y 299), lo que le impedía ir a la Mina y a toda Guinea
para iniciar desde ahí la navegación, lo cual le resultaría más ventajoso.
Suele considerarse también que
la división del Mundo de acuerdo a la bula papal de Pedro VIII, llevo a Colon a
utilizar una ruta más conveniente para el aprovechamiento de los vientos alisos
en sus tres siguientes viajes. Recientes planteamientos sobre el primer viaje, llevan a considerar
que en realidad Colón bajo en su navegación hasta la isla Verde, en territorio
portugués, para desde ahí encaminarse en busca de Cipango pues de no haber sido
asi, y habiendo resultado conveniente la ruta que se considera real para el
primer viaje, ¿qué necesidad podía motivar cambiarla, bajando hasta la isla
verde?
SÁBADO 4 DE AGOSTO.
Anduvieron al Sudueste,
cuarta del Sur.
DOMINGO
5 DE AGOSTO.
Anduvieron su vía entre día y noche más de 40 leguas.
LUNES
6 DE AGOSTO.
Saltó o se
desencajó el gobernario a la carabela Pinta, donde iba Martín Alonso
Pinzón, a lo que se creyó y sospechó por industria de un Gomes Rascón y
Cristóbal Quintero, cuya era la carabela, porque le pesaba ir aquel viaje; y
dice el Almirante que antes que partiesen había hallado en ciertos deveses y
grisquetas, como dicen, a los dichos.
Se vio allí el Almirante en gran turbación por no poder
ayudar a la dicha carabela sin su peligro, y dice que alguna pena
perdía con saber que Martín Alonso Pinzón era persona esforzada y de buen
ingenio.
En fin, anduvieron entre día y noche 29 leguas.
EL PROBLEMA DEL TIMÓN DE LA PINTA. H. Colón se equivoca y
registra el accidente de la Pinta como sucedido el 4 de agosto, y agrega
que las naves tuvieron que “amainar las velas, pronto el almirante se les
acercó, bien por la fuerza del temporal no pudiese darles socorro”. Sin
embargo, Pinzón, como hombre práctico y marinero diestro, remedió el problema
del timón con unas cuerdas hasta el martes siguiente, 7 de agosto, que con la
fuerza del viento volvieron a romperse, y las naves amainaron mientras se
solucionaba el incidente.
Morison, novelando otra vez, dice que Colón
pasó de su nave a la Pinta a ver el desperfecto –el diario dice con
claridad que Colón no pudo ayudar, y ya no se diga pasar a bordo de la Pinta,
sin peligro–, y que ahí, Martín Alonso Pinzón le confió que en su opinión era
una sucia faena del propietario de la carabela, Cristóbal Quintero, que había
estado gruñendo y refunfuñando desde el comienzo (Morison, 1993, pág. 251–252).
Esta errónea lectura lleva a Morison a
atribuir a Pinzón la sospecha que fue Gómez Quintero el que daño el timón de la
Pinta –lo cual no se dice en el diario y más bien se atribuye a Colón un
respaldo a la anónima acusación, pues fue él quien los vió “en ciertos deveses y grisquetas”–, lo lleva a seguir novelando y escribir
que “tiene razones especiales para no estar de acuerdo con la sospecha de
Pinzón de que se le hiciera juego turbio, sabiendo por experiencia personal que
esas aguas son duras para con los timones” (Morison, 1993, pág. 252) y explica
–y es lo único a tomarle en cuenta de este incidente– que si Quintero hubiera
querido inutilizar su carabela el lugar para hacerlo era en Canarias y no en
mar abierto, pues con un timón débil “habría puesto en peligro tanto su vida
como su barco” (Morison, 1993, pág. 253)
MARTÍN ALONSO PINZÓN. H. Colón, al referirse
al incidente del timón de la Pinta, hace un comentario adverso a Pinzón
que historiadores, como Arranz, consideran injusto y falso y lo atribuyen a las
pasiones originadas por los temas de los pleitos colombinos: “De cuyo
trastorno y mala suerte que tuvo dicha carabela en perder dos veces el timón,
al principio del camino, quien fuera supersticioso habría podido conjeturar la
desobediencia y contumacia que aquella tuvo contra el almirante, alejándose dos
veces de él, por malignidad del dicho Pinzón, como más adelante se
referirá.”(H. Colón, 1991, pág. 96)
Escribir que Martín Alonso Pinzón era “persona
esforzada y de buen ingenio” es el único cumplido que Colón le dedica al marino
de Palos en todo el diario (Morison, 1993, pág. 252).
(CITA PARA ESTUDIAR) Como ejemplo de
los problemas que presenta tal explicación y de las implicaciones que puede
comportar, me serviré de parte de la frase inicial del registro del 6 de
agosto, la cual ya nos pone, además, en la pista de lo que constituye el tema
central de la presente contribución. El manuscrito de Las Casas que conserva el
texto del Diario abre así la
singladura mencionada:
<testado Se
le quebro> Salto / o desencasose el govemario a la caravelapinta
El primer
problema que se plantea es el de la parte tachada, con la que se da cuenta del
accidente sufrido por el timón^^ de La Pinta.
Nótese que
constituye un inicio frustrado, que ha debido ser retomado luego por medio de
una pareja sinonímica.
Las preguntas
que surgen naturalmente son las siguientes: ¿encontró Las Casas se le quebró en
el manuscrito del que copiaba y resumía, lo reprodujo y luego lo tachó porque
consideró que en la duplicación verbal posterior se expresaba más propiamente
el daño en cuestión? iSe le quebró es una invención lascasiana para dar cuenta
de un hecho al que en el texto del que copiaba se aludía de otro modo,
eventualmente con saltól
Me inhibo de
otras formulaciones interrogativas que podrían parecer una invitación a
ensayarse en el arte adivinatorio.
Lo que merece la
pena, en cambio, es explicar la naturaleza de la relación entre los verbos en
juego y de allí tratar de elaborar una hipótesis plausible o una especulación
controlada.
Parece claro que
quebrarse no es el vocablo más propio para identificar lo ocurrido con el timón
de La Pinta, ya que no se había verificado una rotura sino más bien una
dislocación. Sin embargo, bien se puede pensar que el verbo podía tener en el
uso coloquial un valor más general y menos preciso, y que friese sinónimo con este
valor, como ocurre parcialmente hoy con romperse^^, de estropearse. Si esto era
así, resulta poco plausible atribuir a Las Casas el se le quebró del texto, es
decir. '' atribuirle la sustitución de un uso más propio por otro menos propio.
Así, lo ocurrido en este tramo textual parecería poder corresponder a una
respuesta afirmativa al primer interrogante planteado arriba. En efecto,
frenteal presumible se le quebró de la fuente, se puede pensar que Las Casas lo
copia, pero inmediatamente luego percibe que no se ajusta, según él, a la
naturaleza del hecho, o, por lo menos, considera que hay una forma más propia
de referirse a esta. Quizá en dicha fuente se hallaba también saltó coordinado
con se le quebró. Si esto fue efectivamente así. Las Casas habría notado que
saltar era un verbo adecuado, sí, para describir el incidente, en todo caso más
que quebrar, a pesar de lo cual habría preferido —siguiendo una tendencia que
se encuentra a lo largo de su prosa y que más adelante se verá con claridad—
poner esta voz en correlación explicativa con otro vocablo sinónimo o
parasinónimo, que servía para acotar con precisión la naturaleza del hecho:
desencasose^^. ¿Hay indicios que apuntan en la dirección señalada? Me parece
que sí, aunque débiles. Cuando el 7 de agosto vuelve a presentarse el tropiezo
con el timón de la carabela, el texto del Diario
ya sólo consigna saltar: «tomóse a saltar el govemalle a la pinta». Sea que
este verbo provenga de la fuente usada por Las Casas, sea que proceda del
dominico, lo cierto es que este último lo considera ya —en el transfondo del
cercano contexto precedente— suficiente para dar cuenta del hecho y lo consigna
sin apoyo sinonímico.
En este punto se
impone, sin embargo, echar una mirada a la Historia
de las Indias. Cuando Las Casas reelabora el texto del Diario para convertirlo a la estructura retórica de su propio
discurso, opta por mantener la duplicación verbal del registro del 6 de agosto,
pero invirtiendo el orden y agregando a saltar una especificación que acentuaba
la equivalencia sinonímica con desencasose: «desencasose o saltó de sus
hembrillas el gobernario a la carabela Pinta» {HI I, 128a). Una interpretación
posible de esta reformulación es que saltar solo, encontrado por Las Casas
quizá ya en el texto del que se servía para su versión del Diario, no fue considerado por él lo suficientemente preciso como
para aparecer así en la escritura más elaborada de su propia obra, razón por la
cual optó por anteponer el verbo que comportaba una lexicalización más
específica de la acción y por duplicar la referencia con el verbo más general,
pero con un añadido también especificador.
Para finalizar
el examen de este pasaje, que muestra emblemáticamente algunos de los problemas
que presenta el texto del Diario,
vale la pena anotar que la versión italiana hecha por Alfonso de UUoa del libro
de Hernando Colón dedicado a su padre presenta en este punto una formulación
que permite establecer que el original castellano perdido de dicha traducción
concuerda en este punto con la Historia
de las Indias de Las Casas y no con el texto del Diario copiado por este. En efecto, en «ad una delle caravelle
della compagnia chiamata Pinta saltarono fiíori le fencine del tímone », la
porción impresa en negrita corresponde exactamente a «saltó de sus hembrillas
el gobemario a la carabela Pinta» ^'*. En cualquier caso, nótese que el verbo
saltar se mantiene constante en los tres textos que se remiten, de un modo u
otro, al texto de Colón sobre el primer viaje descubridor.
El análisis de
la frase inicial del registro del 6 de agosto nos ha puesto frente a una
cuestión que reiteradamente se le plantea al lector a lo largo del Diario: la presencia de parejas de
vocablos sinónimos o parasinónimos^^, de duplicaciones léxicas como la
representada por el caso que acabamos de ver. El mismo registro en cuestión,
que se inicia con un ejemplo que he calificado de emblemático del tema bajo
examen, continúa del siguiente modo: donde yva martin alonso pingon a lo que se
creyo/o sospecho por industria de vn gomez Rascón y Xiistovdl quintero cuya era
la caravela porque le pesava yr a^wel viaje/ y dize el almimwíe que antes que
partiesen avian hallado en giertos reveses y grisquetas como dizen a los d/chos
Nuevamente, como
se ve, dos duplicaciones léxicas, en las cuales vale la pena detenerse. En el
caso de la primera, el segundo término, sospechar, parece fijar el alcance
semántico del primero: en efecto, creer aquí significa «sospechar» y no «estar seguro»,
ya que, como resulta de todo el contexto, hay sólo indicios para incriminar a
dichos personajes. El uso de creer con el valor de «sospechar» o «tener por
verosímil» debe de haber estado extendido en todas las épocas ^^, no obstante
lo cual podía, probablemente, abrir un cierto margen de ambigüedad en
determinados contextos. Esta ambigüedad es la que habría motivado a Las Casas a
agregar el otro verbo, sin decidirse todavía a suprimir el primero. A ciencia
cierta no se puede saber, como es obvio, si este esclarecimiento semántico
proviene del propio Colón o de Las Casas. Tiendo más bien a lo segundo,
basándome en el hecho de que Las Casas, no obstante su marcado gusto por las
duplicaciones léxicas —que veremos luego—, en su versión de la Historia de las Indias mantiene sólo el
segundo verbo («y según se sospechó»), lo cual permite inferir que no
consideraba pertinente la equivalencia, ni aun en el nivel de artificio
retórico, y que tal duplicación sólo le resultaba aceptable como parte de un
trabajo de taller, como el que revela la escritura de la copia del Diario^^. Si esto es así, podemos
reconstruir el proceso de escritura lascasiano de este modo: luego de copiar el
se creyó de la fuente, F. Bartolomé se sintió inclinado a precisar el valor
semántico del verbo y agregó o sospechó; pasado elmomento de la copia del Diario, y sintiéndose con menos ataduras
respecto de la fuente que reelaboraba, dejó en la Historia de las Indias solo la forma léxica que consideraba ser el
uso propío^^.
El siguiente
caso presenta rasgos un tanto diversos. En primer lugar, la pareja aparece
coordinada por y: si bien esto podria ser interpretado en el sentido, no de una
explicitación del primer término (por más que inevitablemente también lo sea),
sino como un añadido que amplía el espacio referencial, no debe atribuirse
demasiada importancia a la diferencia entre la coordinación con una conjunción
u otra, pues ambas construcciones son a menudo equivalentes en este tipo de
duplicaciones. Más significativo es el hecho de que el segundo término, a
saber, grisquetas, aparezca seguido de un comentario metalingüístico, como
dizen, que parece referirse a él. No se puede excluir que Las Casas esté
copiando aquí un comentario del propio Colón, pero da la impresión de que el
como dizen proviene de Las Casas, en cuya escritura abunda este tipo de
marcas^^. Más difícil es pronunciarse respecto de grisquetas. ¿De Colón o de
Las Casas? Aquí en favor de la segunda posibilidad viene en ayuda una
consideración lingüística. El significado y el étimo de la voz han sido
aclarados por Manuel Alvar en su edición crítica del Diario^^: «Grisquetas 'disputas'. La forma transcrita en el Diario es la que se esperaría en una
evolución normal castellana. Del antiguo griesgo salió grisgo, documentado en
Villasandino (...) La etimología, g r a e c i s c u hay que culparla a la fama
que tuvieron los griegos de ser gente pendenciera y reñidora; así, por ejemplo,
griego era 'tahúr, fullero'... ». A esta precisa anotación cabe añadir lo
siguiente: las formas antiguas de la voz presentan siempre una velar sonora en
la última sílaba, mientras que la aparición de -ca (gresca) sólo se documenta
tardíamente^ ^ A estar por la cronología, la forma que aparece en el Diario corresponde más a la época de Las
Casas que a la de Colón^^. Grisqueta, pues, parece ser un añadido del dominico,
quien la retoma en la Historia de las
Indias —aunque ya sin el comentario metalingüístico— en orden inverso
respecto de reveses y por medio de una coordinación diversa: «y dice aquí
Cristóbal Colón, que antes que partiesen, había tomado en ciertas grisquetas o
reveses a los dichos» (pág. 128b).
MARTES
7 DE AGOSTO.
Se tornó a saltar el gobernalle a la Pinta, y lo
adobaron y anduvieron en demanda de
la isla de Lanzarote, que es una de las islas de Canarias.
Y anduvieron entre día y noche 25 leguas.
MIÉRCOLES
8 DE AGOSTO.
Hubo entre los pilotos de las tres carabelas opiniones
diversas dónde estaban, y el Almirante salió más verdadero.
Y quisiera ir a Gran Canaria por dejar la carabela Pinta,
porque iba mal acondicionada del gobernario y hacía agua, y quisiera tomar allí
otra si la hallara.
No pudieron tomarla aquel día.
PÉRDIDA DEL RUMBO. Es probable que Morison atribuya a la pérdida del timón de la Pinta el hecho de que la armada perdiera
el rumbo, lo cual “afectó la estima y el 8 los pilotos no pudieron ponerse de
acuerdo en la posición”, resultando la más correcta la estima de Colón por eso
de que “el comandante siempre tiene la razón” (Morison, 1993, pág. 252).
Siguiendo a Morison, en este punto Colón cambió la ruta
para dirigirse a la Gran Canaria a dejar la Pinta
y si era posible cambiarla por otra nave y, en caso contrario, hallar un
lugar donde fuera posible realizar trabajos de forja de hierro (Morison, 1993, pág. 252).
Es evidente que Colón y su armada se dirigían a la isla de
Lanzarote, como figura en la anotación del diario del día anterior, 7 de
agosto, pero por la marea y los vientos (la tempestad), terminaron frente a la
Gran Canaria. Es fácil y normal que tuvieran que identificar dónde se
encontraban. Y el acierto de identificación de Colón tampoco debió ser algo
excepcional.
Cabe anotar aquí que existe cierto convencimiento entre
algunos historiadores que cuando Colón, Las Casas o Hernando Colón hacen
referencia a las Canarias o Gran Canaria como lugar concreto, como en este caso
(dejar la carabela Pinta en la Gran Canaria), la referencia está directamente
dirigida a la capital Las Palmas, centro político y económico de la isla, y más
aún cuando la finalidad era buscar una carabela que remplazara a la Pinta, y, en caso de no encontrarla,
como sucedió, arreglar o confeccionar un nuevo timón para ella y calafatearla.
Igual idea se mueve cuando se indica la operación de cambiar las velas de la Niña. Se supone también que los mejores
herreros y carpinteros de la isla estarían instalados en la capital.
JUEVES
9 DE AGOSTO.
Hasta el domingo (12 de agosto) en la noche no pudo el
Almirante tomar la Gomera.
Y Martín Alonso se quedó en aquella costa de gran Canaria
por mandado del Almirante, porque no podía navegar.
Después tornó el Almirante a Canaria y adobaron muy bien
la Pinta con mucho trabajo y
diligencias del Almirante, de Martín Alonso y de los demás; y al cabo vinieron
a la Gomera.
Vieron salir gran fuego de la sierra de la isla de
Tenerife, que es muy alta en gran manera.
Hicieron la Pinta redonda, porque era latina.
(Domingo a 2 de
septiembre )
Tornó a la Gomera,
domingo a 2 de septiembre con la Pinta
adobada.
Tomada, pues, agua y leña y carnes y
lo demás que tenían los hombres que dejó en la Gomera el Almirante cuando fue a
la isla de Canaria a adobar la carabela Pinta, finalmente se
hizo a la vela de la dicha isla de la Gomera con sus 3 carabelas jueves a 6 días de septiembre.
Dice
el Almirante que juraban muchos hombres honrados españoles que en la Gomera
estaban con doña Inés Peraza, madre de Guillén Peraza, que después fue el
primer Conde de la Gomera,
que eran vecinos de la isla de Hierro, que cada año veían tierra al Oueste de
las Canarias, que es al Poniente; y otros de la Gomera, afirmaban otro tanto
con juramento.
Dice
aquí el Almirante que se acuerda que estando en Portugal el año de 1484 vino uno
de la isla de la Madera al Rey a le pedir una carabela para ir a esta tierra
que vía, el cual juraba que cada año la vía y siempre de una manera.
Y
también dice que se acuerda que lo mismo decían en las islas de los Azores y
todos éstos en una derrota y en una manera de señal y en una grandeza.
DESCRIPCIÓN
DE HERNANDO COLÓN. En su Historia del almirante, H. Colón hace
una descripción más detallada que lo resumido en el diario sobre las
actividades en las islas Canarias desde el 9 de agosto hasta el 6 de setiembre
en que salen a mar abierto e inician el viaje que los llevaría hasta las islas
de Caribe en América.
Por lo pronto, nos dice que los tres navíos llegaron frente a las
Canarias durante el alba del 9 de agosto pero por “el viento contrario, y por la calma, no les fue posible, ni aquel día,
ni los dos siguientes (hasta el 11 de agosto),
tomar tierra en la gran Canaria, a la que estaban muy próximos.”
(11 de agosto)
Entonces el Almirante dejó allí a
Pinzón, a fin de que saltando a tierra pronto procurase conseguir otro navío; y
con el mismo objeto marchó él a la isla de la Gomera, juntamente
con la Niña, para, caso de no encontrar navío en alguna de dichas islas,
buscarlo en la otra.
(12 de agosto)
Siguiendo su camino con tal
propósito, llegó a la Gomera el domingo
siguiente, que fue 12 de agosto. En seguida mandó el batel a tierra,
(13 de agosto)
el cual regresó a la nave a la mañana siguiente (lunes, 13–8–92)
diciendo que no había entonces ningún navío en aquella isla; pero añadió que de
un momento a otro los vecinos esperaban a Doña Beatriz de Bobadilla,
señora de la isla, que estaba en la Gran Canaria, y que llevaba un navío de un
cierto Grajeda, de Sevilla, de 40 toneladas; el cual, por ser apto para tal
viaje, habría podido tomarlo.
El Almirante, en vista de esto,
resolvió esperar en aquel puerto, calculando que si Pinzón no había podido
aderezar su nave, conseguiría él una en la Gomera.
(14 y 15 de agosto)
Habiendo, pues, permanecido allí dos
días más (14 y 15 de agosto), y viendo que el navío indicado no
aparecía
y que partía para la Gran Canaria un
carabelón de la isla de la Gomera,
mandó en él un hombre para que
anunciase a Pinzón su arribada y le ayudase a componer su navío; y le escribió
que si no regresaba para prestarle ayuda era porque aquel navío no podía
navegar.
(23 de agosto)
Como después de la partida del
carabelón tardó mucho tiempo en tener noticias (8 días), el Almirante
decidió el 23 de agosto volverse con
sus dos naves a la Gran Canaria.
(24 de agosto)
Partido, pues, al día siguiente (24 de agosto), encontró en el camino al carabelón,
que no había podido llegar aún a la Gran Canaria, por haberle sido muy
contrario el viento. Recogió al hombre que había enviado.
Y pasó aquella noche cerca de
Tenerife, de cuya montaña, que es altísima, veían salir llamas inmensas.
Maravillada su gente, les dio a entender la causa y fundamento de semejante
fuego, comprobándolo todo con el ejemplo del monte Etna de Sicilia, y de otros
muchos montes donde se veía la misma cosa.
(25 de agosto)
Pasada después aquella isla, el sábado 25 de agosto llegaron a la
isla de la Gran Canaria, donde Pinzón, con grandes trabajos, había arribado el
día antes (24–8–92).
Por él supo el Almirante cómo el lunes anterior (20–8–92) Doña Beatriz
había partido con aquel navío que con tanta dificultad y molestias procuraba
conseguir. (Es curioso que Colón no la viera llegar a la Gomera o que al menos
no se cruzase con ella)
Aunque los otros tuvieron por esto
gran pesar, él se conformaba con lo que sucedía, echándolo todo a la mejor
parte, y afirmando que si no placía a Dios que encontrase aquel navío, quizás
ocurría esto porque, caso de haberlo hallado, habría tenido también impedimento
v dificultad para obtenerlo, pérdida de tiempo en el trasbordo de las
mercancías que llevaban y por consiguiente dilación en el viaje. Por lo cual,
temiendo encontrarlo de nuevo en el camino si regresaba hacia la Gomera, se
decidió por arreglar en la Gran Canaria la carabela estropeada lo mejor
posible, haciéndole un timón nuevo, porque como hemos dicho, había perdido el
suyo. Además de esto hizo cambiar la vela de la Niña de latina en redonda a fin
de que siguiese a las otras naves con más facilidad y menor peligro.
(1 de setiembre)
Después de que los navíos estuvieron
bien en orden y a punto para la partida, viernes
1 de septiembre por la tarde, el Almirante hizo desplegar las velas al
viento, saliendo de la Gran Canaria.
(2 de setiembre)
Al día siguiente (domingo, 2 de setiembre) llegaron a la Gomera, donde en proveerse
de carne, de agua y de leña tardaron otros cuatro días
(jueves, 6 de setiembre).
VOLCÁN DE
TENERIFE. Con respecto a la
anotación en el diario sobre la erupción del volcán de Tenerife (que se suponía
o se negaba que era el Teide), del que H. Colón da la fecha del 24 de agosto y
amplia diciendo: “Y pasó aquella noche
cerca de Tenerife, de cuya montaña, que es altísima, veían salir llamas
inmensas. Maravillada su gente, les dio a entender la causa y fundamento de
semejante fuego, comprobándolo todo con el ejemplo del monte Etna de Sicilia, y
de otros muchos montes donde se veía la misma cosa”; y que Las Casas
también registra sin dar fecha y de forma más escueta: “Dice aquí Cristóbal Colón, que una noche de aquellas que andaba
cerca de Tenerife, salió tanto fuego del pico de la sierra que, como antes se
dijo, es una de las altas que se saben en el mundo, que fue cosa de gran
maravilla”, conviene hacer referencia al artículo “La erupción que
Cristóbal Colón vio en la isla de Tenerife (Islas Canarias)”, publicado GeoGaceta, 41 (2007) págs. 39–42
(Internet), firmado por 10 científicos (vulcanólogos, geógrafos, geólogos)
llamados: J.C. Carracedo; E. Rodríguez Badiola; F.J. Pérez Torrado; A. Hansen;
A. Rodríguez González; S. Scaillet; H. Guillou, M. Paterne; U. Fra Paleo y R.
París.
Con los más modernos métodos y empleando la más
adelantada tecnología científica llegaron a la conclusión que lo que vio Colón
en su travesía de la Gomera a la Gran Canaria el 24 de agosto de 1492, fue la
explosión, corrida de lava e incendio de bosques producido por la erupción del
volcán Boca Cangrejo, localizado en dorsal NO de la isla de Tenerife. Aún más,
esta “actividad eruptiva fue de corta duración, de baja explosividad y,
probablemente,
en un tiempo de calmas o de escaso predominio de los vientos alisios (de rumbo
NE)”, tal como queda demostrado en los textos del Diario, de H. Colón y de Las
Casas sobre la lentitud y problemas de navegación de las naves colombinas y del
carabelón que iba de la Gomera a la Gran Canaria.
GANDO Las Casas dice que cuando Colón regresa a Canaria
de la Gomera fue “al puerto de Gando, que es bueno, para adobar la Pinta” (Las Casas 1957, pág. 128).
MOTÍN. Debe resaltarse que, como anticipación a los
supuestos o reales conatos de motín producidos durante la navegación de altura
hacia América, Las Casas, ya estando aún en Canarías, hace una observación al
respecto: “No dejaba la gente con
todos estos trabajos e inconvenientes que se les ofreciese de murmurar y
desganarse del viaje y comenzar a tener mayores dificultades” (Las Casas 1957,
pág. 128).
Mapa con el
recorrido de Colón (ruta línea negra A) y Pinzón (ruta punteada B) en Canarias.
1. Punto de separación Colón–Pinzón, 9 de agosto;
2. Las isletas (puerto). 3. Las Palmas (capital). 4.
Gando (puerto). 5. San Sebastián de la
Gomera (puerto).
I. Viaje de ida de Colón a la Gomera;
II. Viaje de regreso de Colón de la Gomera a Las
Canarias;
III. Regreso de Colón de las Canarias a la Gomera;
IV. Salida al océano.
En el punto 1, al separarse Colón y Pinzón, debe
trazarse a la Pinta un recorrido a Gando, a Las Palmas o a las Isletas, a donde
se desplaza cuando al fin tiene viento favorable para aproximarse a la isla e
iniciar las composturas del timón y hacer calafatear la nave. (Procedencia:
1955 SANTIAGO, Miguel: “Colón en Canarias”, en: Anuario de Estudios Atlánticos. Nro. 1. Las Palmas de Gran Canaria,
1955).
Morison no sigue el Diario al escribir que el 7 de
agosto se asegura “de modo precario el timón de la Pinta”, lo cual es correcto, y que recién al día siguiente, 8 de
agosto, “comenzó a causar nuevas contrariedades” y, lo que es cierto, a hacer
agua. (Morison, 1993, pág. 252). El 8
de agosto, dice el Diario que el timón iba mal acondicionado –puesto que el día
anterior lo habían adobado– pues requería trabajo de herrería para quedar en
perfecto estado, lo cual no se podía hacer en el mar; no dice el Diario que
causara nuevas contrariedades, pues estas existían desde el desprendimiento del
6 de agosto.
Guillen, en su edición de Diario, aclara que lo que no
pudieron tomar aquel día fue tierra en la isla de la Gran Canaria y no la
presunta carabela sustituta (Guillen, 1990, pág. 25).
Ramos escribe una larga nota genealógica explicando
que Inés Peraza no era la madre de Guillén Peraza, primer Conde de la Gomera,
sino que éste era hijo de Beatriz de Bobadilla y de Hernán Peraza el mozo.